Dinamarca, empujada por los xenófobos, reintroduce los controles fronterizos. Grecia lleva más de un año al borde del precipicio sin que parezca que haya muchos Gobiernos que lamenten su eventual salida del euro. Finlandia se resiste hasta el último minuto a rescatar a Portugal. Francia e Italia, aprovechando la crisis tunecina, limitan la libertad de circulación en la UE. Y Alemania gestiona las turbulencias del euro a golpe de elecciones regionales.
El proyecto europeo se resquebraja en una crisis que alcanza al euro, la política exterior, el liderazgo, los valores y la confianza. De no mediar un cambio radical, el proceso de integración podría colapsarse, dejando en el aire el futuro de Europa.
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